Para ti, para el padre o la madre...
para ti, para el maestro que quiere ser profesional...
para ti, para el abuela o la abuela, para el tío o la tía...
para ti, para la monitora de comedor, para el entrenador...
para ti, el vecino, la cuidadora, la amiga de la amiga...
para ti, porque buscas la buena educación del niño que amas...

domingo, 12 de octubre de 2014

ENSEÑAR A PERDONAR

¿En qué momento de niños perdemos la capacidad del perdón sin mas, y nos volvemos rincoriosos y vengativos por no saber perdonar? 

Los niños aún no tienen la capacidad del odio.
Esa rabia innata del ser humano la desarrollamos justo antes de la adolescencia y depende de nuestra actitud el que podamos controlar los malos sentimientos que eso nos produce.

En esos momentos de la preadolescencia en que falta un poco de humildad, debemos enseñar al niño que perdonar requiere de un gran esfuerzo en el que se busque el cambio y ver los hechos desde otra perspectiva, saliendo del rol de víctima.

No se debe exigir demasiado de la gente ya que el ser humano falla mucho y de forma reiterada. El niño no tiene rencor, no porque sea capaz de perdonar, sinó porque olvida y no toma a las personas tan en serio como hace el adulto.

El perdón real empieza cuando no hay venganza y podemos cambiar los sentiminetos positivos por negativos.
El enfado colapsa la mente del ser humano e impide pensar en los beneficios del perdón.
La dificultad para perdonar radica en concentrarse en lo negativo de cada situación, eso vuelve al ser humano envidioso, descontento y desanimado.

Vale la pena aprender el mecanismo del perdón. El perdón es una decisión que empieza con un gran corazón y nos libera la mente del odio y la frustración.

Pero, ¿Cómo prodecer al mecanismo de perdonar?

Para enseñar a perdonar debemos guiar a la reflexión, analizando de manera objetiva cada situación para no caer en pensamientos confusos. Tambiém se debe meditar sobre la poca utilidad que produce la presencia del rencor en la vida.
No acumular odio, no recordar situaciones de rabia, no dejarse abrumar por los sentimientos de odio, ya que causa un estrés que nos implica estar nerviosos, no ser uno mismo y no poder ser feliz, ya que nos pensamos que directamente no podemos serlo por culpa de la persona que nos ha dañado.
Por último y más difícil; no se trata de pensar en si el otro merece nuestro perdón o no, ya que lo hacemos para nosotros mismos y liberar nuestra mente. Por lo tanto no es condición necesaria el arrepentimiento del otro.


Se demuestra uno mismo que ha perdonado cuando ha olvidado.